viernes, 9 de julio de 2010

LO IMAGINADO Y LO VIVIDO

A Francisco Townsend, amigo de bohemias, viajes y misteriosas aguas subterráneas.


Hace ya más de dos años leí al pasar en la Revista del Sábado del diario El Mercurio (5 de marzo de 2008) una cita del prologo que escribió Juan Villoro para Trilogía de la Memoria de Sergio Pitol; “Lo leído, lo imaginado, lo vivido y lo soñado pertenecen a una experiencia común: el recuerdo que ilumina. No se rememora lo que ya se conoce, la evocación es una búsqueda. A los recuerdos no se los puede dominar, y siempre será mejor asomarse a una ventana que a un espejo.”. Me gustó literariamente la ultima frase, asomarse a una ventana o a un espejo, y me interesó el tema de la confrontación entre lo vivido y lo imaginado, y quise comprobar a través de esas dos palabras algo que me viene dando vueltas desde hace mucho tiempo, el que ya todo esta escrito, como fondo, no aún como forma. Para ello busqué los diez primeros resultados de googlear [imaginado vivido], de un total de aproximadamente cuatrocientas catorce mil entradas. He aquí el resultado de editar (hilar, hilvanar, copy-paste, etc.), sin (o con mínimas en un par de casos) modificaciones esos diez párrafos iniciales, y ni siquiera cambiando el orden de aparición en Google.

En la memoria personal se enreda lo vivido, lo percibido y lo imaginado. Vivido, percibido e imaginado se entrecruzan. De esta manera, este pasado que tiene que ser articulado para transformarse en memoria, solicita anclas materiales en la post-modernidad –o significantes materiales- para auxiliar su construcción de sentido. Desde entonces han cambiado las cosas; y además, esta noche, lo que hago no tiene fronteras claras entre lo imaginado y lo vivido. Sólo un espacio imaginado y vivido puede ser habitado. Sólo un espacio vivencial total como el poético puede ser recuperado para un habitar pleno. Hablando sobre la realidad y otras fantasías, me pregunto si es mas "real" lo vivido, que lo soñado o que lo imaginado… Es más ¿acaso es diferente? ¿es que lo que sueñas no lo vives, no es una experiencia? y lo que lees, lo que imaginas…¿dónde está la línea que separa lo que es "real" de lo que no lo es? ¿no será que estamos atrapados en conceptos temporales y espaciales que nos encasillan y no nos dejan movernos en libertad? ¿quién puede aseverar que lo que imaginamos y lo que soñamos no forma parte de nuestro ser esencial? La realidad es una experiencia personal -interna y externa- y que no tiene una fórmula aplicable a todos por igual. El mismo paisaje puede despertar en diferentes observadores sentimientos diferentes e incluso contrapuestos y/o contradictorios… ¿cuál es más real?. Hace un tiempo hice una pregunta en un foro sobre si se puede escribir sobre algo que no se ha vivido o sentido, he tenido respuestas muy interesantes debo admitirlo, algunos apoyan el hecho de que no se puede escribir sobre lo que no se ha vivido, que no sería sincero, otros que sí se puede escribir sobre lo que no se ha experimentado y han citado libros y autores que confirman esta versión. Hace unos días estuve leyendo un libro sobre teoría literaria y hablaba respecto a que la literatura no dice la verdad, pero que tampoco miente, sino que solo te cuenta o narra o expresa posibilidades, cosas que si bien no son ciertas no significa que no pudieran serlo. Creo que sí se puede entonces escribir sobre lo que no se ha vivido partiendo de una idea que en un inicio parece odiosa: los poemas y textos literarios no pueden partir de quien las escribe al menos no del sujeto social sino de un yo poético interno que manipula la realidad y miente sin mentir y dice la verdad sin decirla puesto que no hay verdades o mentiras en un texto literario solo posibilidades de las que se vale el escritor para crear. El cerebro es capaz de inventar recuerdos de hechos que nunca ocurrieron. La imaginación puede llegar a adquirir en nuestra memoria tanta fuerza como las experiencias reales. Las zonas del cerebro que utilizamos para percibir o imaginar objetos se superponen de tal forma que un hecho únicamente imaginado puede dejar en nuestra memoria la misma marca que un hecho realmente ocurrido. Esta constatación permite que nos resulte difícil, pasado algún tiempo, determinar si nos hemos imaginado alguna situación determinada o si, por el contrario, la hemos vivido realmente. A partir de un estímulo cualquiera la mente rescata a través de la memoria experiencias extintas. Toda sensación, sentimiento o hecho profundamente vivido no es algo aislado, sino la apertura de un proceso al que el recuerdo, a lo largo del tiempo, irá añadiendo sentidos y significaciones según se den nuevas experiencias. La prodigiosa aventura de escribir rehace perpetuamente lo que su gran enemigo y proveedor, el tiempo, va destruyendo. Pero es que justamente para contar eso, lo que nos ocurre, nunca basta con haberlo vivido, ni siquiera con saber observarlo, ni saber explicarlo, ni siquiera con entenderlo, sino que además hay que imaginarlo, y una vez imaginado lo real y vivido, lo mirado y oído, lo descartado y conocido, lo omitido y perdido, quizá sea sólo entonces cuando podamos empezar a contárselo y a hacérselo creer a los demás. Sin embargo, para respetar en sentido estricto la fórmula de Marx, tales contextos no son más que el resultado de las acciones de los sujetos en el mundo de lo sensible, lo vivido, imaginado y experimentado, contienen su esencia pero no la revelan (función de ocultamiento y disimulo que opera a nivel de la ideología) sino por los modelos infraestructurales que, en última instancia, nos hacemos a partir de ellos. ¿Qué sueña un ser de ficción como una sirena? Es evidente que una sirena soñará sobre todo consigo misma como sucede en todos los sueños. Ellos -los sueños- tienen una doble narración: una que la dota de continuidad, el Yo, soñamos sobre todo en cosas que hemos vivido o hemos creído vivir, también en aquello que hubiéramos querido vivir, pero en cualquier caso soñamos en nosotros mismos, en nuestra propia subjetividad, en aquello vivido o imaginado. Además de este marco de referencia o encuadre que llamamos Yo cuando soñamos mezclamos elementos que no necesariamente hemos vivido y que pertenecen a otros registros de lo imaginario, no solamente recuerdos sino también imposibilidades fácticas, irrealidades y a veces absurdos en una mezcla que combina ambos elementos como en una narración extraordinaria sin tiempo cronológico pero vivida desde el dramatismo de lo real: los sueños son verdaderos a pesar de ser mentiras. En suma, palabra literaria y existencia humana se parecen, se aluden. Y ambas tienen en la memoria del escritor un esencial nexo común. La memoria que recuerda, con lucidez, inteligencia y sensibilidad particulares, se encarga de dibujar los significados de la experiencia conocida. La memoria construye a su manera. Ella ordena, une, diversifica, borra, altera, rescribe. Pero la memoria puede confundir lo que nos ha sucedido con eso que alguna vez imaginamos, soñamos o leímos. El recuerdo puede hacer coincidir lo que efectivamente pasó con lo que sucedió sólo en nuestra imaginación o lo que sucedió a otros y éstos nos contaron. En el caso de Borges, y expresado por él, lo leído puede ser muchas veces más importante –y por lo tanto más recordable– que lo vivido. Lecturas, hechos reales, la anécdota de lo verdadero a la zaga de lo imaginado o soñado: en Borges todo pareció ir encontrándose en una escritura que describía el testimoniarse de un hombre desde sus sueños y vivencias, desde sus asombros y pensamientos, desde su erudición y fantasía. En sus palabras; “la personalidad de los seres humanos está, esencialmente, hecha de momentos, y, como ellos, es algo cambiante, contradictorio, puntual. No existe nada capaz de definir a un individuo para siempre, porque cada quien es, en esa construcción peculiar que el día a día le ha hecho ser, apenas una edificación parcial reflejo de las circunstancias vividas”. Vale.



Fuentes.-

(1) http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851-17322006000300005&lng=pt&nrm=iso

(2) http://www.capitanalatriste.com/escritor.html?s=cementerio/ce_caza_narco

(3) www.konvergencias.net/perezlopez141.pdf

(4) http://www.elrincondelhaiku.org/foros/viewtopic.php?t=854

(5) http://www.forojovenes.com/literatura/aun-sigo-con-la-duda-me-gustaria-mas-respuestas-1186.html

(6) http://www.tendencias21.net/El-cerebro-es-capaz-de-inventar-recuerdos-de-hechos-que-nunca-ocurrieron_a437.html

(7) http://www.ctv.es/USERS/borobar/entrevista.htm

(8) http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-73562006000100012&lng=e&nrm=iso&tlng=e

(9) http://carmesi.wordpress.com/page/2/

(10) http://www.sololiteratura.com/bor/borperfiles.htm


Nota del Autor.- Como mis escasísimos lectores habrán notado en el ultimo de los párrafos se cita a Borges, confirmando lo que escribí (*) hace poco mas de dos años: “¿Porque siempre que exploro con la humilde sabiduría del que sabe que no sabe algún laberinto literario me encuentro ahí, en su centro, al viejo poeta ciego?, ¿será él el Minotauro que resguarda el texto total [1] en el centro mismo de la Biblioteca [2]?”.


* Confusas Divagaciones Intertextuales, en PARADOXAS N° CXXIV, 2 de Junio de 2008.


Notas bibliograficas de la Nota del Autor.-

[1]

También sabemos de otra superstición de aquel tiempo: la del Hombre del Libro. En algún anaquel de algún hexágono (razonaron los hombres) debe existir un libro que sea la cifra y el compendio perfecto de todos los demás: algún bibliotecario lo ha recorrido y es análogo a un dios. En el lenguaje de esta zona persisten aún vestigios del culto de ese funcionario remoto. Muchos peregrinaron en busca de Él. Durante un siglo fatigaron en vano los más diversos rumbos. ¿Cómo localizar el venerado hexágono secreto que lo hospedaba? Alguien propuso un método regresivo: Para localizar el libro A, consultar previamente un libro B que indique el sitio de A; para localizar el libro B, consultar previamente un libro C, y así hasta lo infinito... En aventuras de ésas, he prodigado y consumido mis años. No me parece inverosímil que en algún anaquel del universo haya un libro total; ruego a los dioses ignorados que un hombre - ¡uno solo, aunque sea, hace miles de años! - lo haya examinado y leído. Si el honor y la sabiduría y la felicidad no son para mí, que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno. Que yo sea ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, Tu enorme Biblioteca se justifique.

LA BIBLIOTECA DE BABEL, Jorge Luis Borges, 1949

[2]

Afirman los impíos que el disparate es normal en la Biblioteca y que lo razonable (y aun la humilde y pura coherencia) es una casi milagrosa excepción. Hablan (lo sé) de «la Biblioteca febril, cuyos azarosos volúmenes corren el incesante albur de cambiarse en otros y que todo lo afirman, lo niegan y lo confunden como una divinidad que delira». Esas palabras que no sólo denuncian el desorden sino que lo ejemplifican también, notoriamente prueban su gusto pésimo y su desesperada ignorancia. En efecto, la Biblioteca incluye todas las estructuras verbales, todas las variaciones que permiten los veinticinco símbolos ortográficos, pero no un solo disparate absoluto. Inútil observar que el mejor volumen de los muchos hexágonos que administro se titula «Trueno peinado», y otro «El calambre de yeso» y otro «Axaxaxas mlo». Esas proposiciones, a primera vista incoherentes, sin duda son capaces de una justificación criptográfica o alegórica; esa justificación es verbal y, ex hypothesi, ya figura en la Biblioteca. No puedo combinar unos caracteres dhcmrlchtdj que la divina Biblioteca no haya previsto y que en alguna de sus lenguas secretas no encierren un terrible sentido. Nadie puede articular una sílaba que no esté llena de ternuras y de temores; que no sea en alguno de esos lenguajes el nombre poderoso de un dios. Hablar es incurrir en tautologías. Esta epístola inútil y palabrera ya existe en uno de los treinta volúmenes de los cinco anaqueles de uno de los incontables hexágonos, y también su refutación. (Un número n de lenguajes posibles usa el mismo vocabulario; en algunos, el símbolo biblioteca admite la correcta definición ubicuo y perdurable sistema de galerías hexagonales, pero biblioteca es pan o pirámide o cualquier otra cosa, y las siete palabras que la definen tienen otro valor. Tú, que me lees, ¿estás seguro de entender mi lenguaje?).

LA BIBLIOTECA DE BABEL, Jorge Luis Borges, 1949

1 comentario:

  1. Excelente escrito.....pienso que es imposible escribir sobre determinadas vivencias soñadas o simplemente observadas desde lejos sin que de alguna manera intervenga nuestro inconciente...hasta en cuentos infantiles...no me parece posible que la personalidad del adulto que escribe desparezca completamente... nuestro inconciete esta en nosotros y no lo podemos eludir....sea como sea es un tema muy interesatne que entra en lo folosofico..... merece que se profundice en él.

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