jueves, 26 de febrero de 2009

CONFUSAS DIVAGACIONES INTERTEXTUALES


Una preferencia bien puede ser una superstición.

Sobre los clásicos, Jorge Luís Borges.


Entonces ella me dijo la candente mañana en que Beatriz Viterbo murió, y yo le dije me carga Borges, es un viejo maricón y fascista, un sostenedor de las dictaduras latinoamericanas, me dijo no me importa, me gusta el escritor, el creador de magia, el inventor de ese sueño de todos que es Beatriz Viterbo,...

Gabriela y su mito, D.O. Gaete


¿Porque siempre que exploro con la humilde sabiduría del que sabe que no sabe algún laberinto literario me encuentro ahí, en su centro, al viejo poeta ciego?, ¿será él el Minotauro que resguarda el texto total [1] en el centro mismo de la Biblioteca [2]?

Veamos un ejemplo reciente: Unos pocos días atrás leía un libro ajeno a mi circuito (Borges y García Márquez), se trata de Variaciones sobre la escritura de Roland Barthes [3]. Como es fama, Barthes es el fundador de la semiótica [4] en Francia junto a los intelectuales de la revista Tel Quel, sus obras como El imperio de los signos, La aventura semiológica, La cámara lúcida, S-Z, Lo obvio y lo obtuso o Literatura y sociedad, se han convertido, en referencias obligadas para cualquier estudioso tanto de la literatura como de cualquier otro lenguaje con afán estético.

El raro libro llego a mis manos gracias a mi hijo Diego, poeta de la nueva generación, quien lo compró en su viaje a Argentina donde fue invitado al Festival Latinoamericano de Poesía de Buenos Aires, Salida al Mar 2006.

Pues bien, algo sabia yo de Barthes, no mucho, solo que junto con Saussure, Derrida, Lacan, Althusser, la Kristeva, Mauthner, incluso Eco, era uno de los estudiosos reconocidos de la semiótica, disciplina que junto con el latín me hubiera encantado conocer y que ya no conoceré. Tomé entonces tal libro y me fui a mi bosque personal para asomarme a los misterios semióticos. Dos cosas me saltaron de inmediato a la cara, lo primero fue la certeza de mi ignorancia supina en tales temas, han habido hasta ahora (voy en la pagina 111 de 193) párrafos completos en que no he entendido nada, absolutamente nada, y eso que en ellos aparecen palabras mas o menos conocidas, solo que tienen (o toman) ahí un significado recóndito, codificado para felices iniciados y no para un diletante bien intencionado. Lo segundo fue la extrañeza de que en un texto sobre escritura no se mencione (hasta la pagina 111) ni una sola vez a Borges.

Ahora bien, en la citada pagina 111 leí el breve siguiente párrafo:

En suma, la escritura no es nada más que una resquebrajadura. Se trata de dividir, de surcar, de discontinuar una materia plana, papel, piel, placa de arcilla, muro. Así, en los tiempos muy antiguos de China, se empezaron a “leer”, con fines adivinatorios, las resquebrajaduras que el fuego producía en las escamas de las tortugas, o en las huellas de las patas de los pájaros sobre la arena. [5]

Nerudiano vicioso en mi juventud, de inmediato me vino a la memoria la imagen y los versos del grande Pablo [6]:

Para que tú me oigas

mis palabras

se adelgazan a veces

como las huellas de las gaviotas en las playas.

Tal obvia asociación despertó al abusivo reescritor que hay en mi y me dije, ­‘he acá una buena cita reescritural para un próximo PARADOXAS’. [7]

Bien, hoy comencé a escribir la presentación de la cita reescritural. Transcribí la cita de Barthes directo del libro. Pero al buscar vía Internet el poema de Neruda (ya es mas fácil y rápido que ir a los libros...) usé torpemente la secuencia de palabras “huellas aves arena” en el buscador Google, lo que me dio 104.000 referencias. Ninguna por supuesto del poema buscado. Al revisar, leí al final de los primeros 10 resultados lo siguiente:

Belén Gache Desde tiempos inmemoriales, el hombre se ha dedicado a descifrar signos intentando leer la dirección del vuelo de las aves, las huellas de los animales, ...

www.findelmundo.com.ar/belengache/macchilibro.htm - 43k - En caché - Páginas similares

Esa línea llamó mi atención y accedí al texto. Se trata del ensayo que recibió el Premio al Ensayo del Año otorgado por la Asociación Argentina de Críticos en 2002 [8]. Al entreleerlo di con este párrafo:

Carlo Ginzburg menciona en su libro Mitos, emblemas e indicios, que la invención de la escritura le había sido atribuida a un alto funcionario chino que había observado las huellas dejadas por un ave sobre la arena de una playa. Allí, este funcionario habría concebido el pictograma. En relación con la huella, el pictograma constituye ya un paso adelante en la abstracción intelectual.

Y a continuación:

El afán heurístico ha llevado al ser humano no solamente a leer los signos sino, así mismo, a crearlos. Muchos han remarcado la situación privilegiada que poseen en este sentido los poetas. Entre ellos, Jorge Luís Borges decía que el poeta, al articular inversiones de la organización sígnica, la disociaba del pensar y del saber. Famoso es, en este sentido, su estudio de las Kennigar o "nominaciones enigmáticas" de la poesía islandesa. Hacia el año 100 de nuestra era, los poetas islandeses se ocupaban de inventar nombres como "pez de la batalla" para referirse a la espada o "sangre de los peñascos" para referirse a los ríos. Estos nombres, decía Borges, poseen la capacidad de extrañarnos del mundo. Los procedimientos de los poetas tienen esta virtud: rescatan a los signos de su significación referencial, los desplazan devolviéndoles su poder creativo originario.

Ahí estaba Borges. Esta mención y eso de la ‘invención de la escritura’ por un ‘alto funcionario chino’ del párrafo anterior, me obligaron a entrar en sus laberintos. Recordé algún texto de Borges sobre como un emperador chino había definido los hexagramas del I Ching a partir de los dibujos en la caparazón de una tortuga. Ahora sé que no era así, la cita era doble, como un el jardín donde los senderos se bifurcan [9]. Recordaba muy bien el texto de Borges como una prosa;

En su capítulo segundo leí que uno de los cinco textos canónicos que Confucio editó es el Libro de los Cambios o I King, hecho de 64 hexagramas, que agotan las posibles combinaciones de seis líneas partidas o enteras.

...

Un emperador prehistórico los habría descubierto en la caparazón de una de las tortugas sagradas. [10]

Pero mi desgastada memoria no había conservado el quinto verso del poema La Trama incluido en el ultimo de sus libros;

Los hexagramas que un emperador descubrió en la caparazón de una de las tortugas sagradas.[11]

La verdad histórica es que la invención de la escritura china se atribuye a Fu-Shi, emperador legendario que vivió hace 5 milenios. El chino es un antiquísimo sistema de escritura y, lo que es más increíble, ha variado muy poco en sus miles de años de existencia. El texto más antiguo de escritura china proviene de la dinastía Shang (c. 1765-1122 antes de Cristo), y consiste en inscripciones adivinatorias hechas en huesos y caparazones de tortugas. Se escribía sobre el hueso de un animal o la concha de una tortuga, y se practicaba un orificio, que se calentaba hasta que irradiaban una serie de grietas. Los adivinos hallaban las respuestas a las preguntas que habían planteado al oráculo en el dibujo que formaban las grietas. [12]

Para cerrar el circulo, creo que las lecturas que los adivinos hacían de aquellas grietas debieron ser equivalentes especulares (leer / escribir) a la creación poética, según lo dicho por Borges: el poeta, al articular inversiones de la organización sígnica, la disocia del pensar y del saber, es decir posee la capacidad de extrañarnos del mundo[13].

De los epígrafes, debo aclarar que el primero surgió sin autor de la búsqueda de la cita sobre lo escrito en la caparazón de las tortugas, lo reconocí como borgeano, y lo ubiqué bibliográficamente sin buscarlo en el mismo texto de la referencia borgeana sobre el emperador chino que invento la escritura. El segundo, lo escribió un amigo poeta en un e-mail que me llegó ayer temprano en la mañana. Pero esas han de ser meras coincidencias.

Post data.- He concluido la lectura de las 193 paginas del libro de Barthes, solo en la pagina 154 se cita a Funes el memorioso[14], es decir Borges no esta citado pero sí implícito.

Notas bibliograficas.

[1]

También sabemos de otra superstición de aquel tiempo: la del Hombre del Libro. En algún anaquel de algún hexágono (razonaron los hombres) debe existir un libro que sea la cifra y el compendio perfecto de todos los demás: algún bibliotecario lo ha recorrido y es análogo a un dios. En el lenguaje de esta zona persisten aún vestigios del culto de ese funcionario remoto. Muchos peregrinaron en busca de Él. Durante un siglo fatigaron en vano los más diversos rumbos. ¿Cómo localizar el venerado hexágono secreto que lo hospedaba? Alguien propuso un método regresivo: Para localizar el libro A, consultar previamente un libro B que indique el sitio de A; para localizar el libro B, consultar previamente un libro C, y así hasta lo infinito... En aventuras de ésas, he prodigado y consumido mis años. No me parece inverosímil que en algún anaquel del universo haya un libro total; ruego a los dioses ignorados que un hombre - ¡uno solo, aunque sea, hace miles de años! - lo haya examinado y leído. Si el honor y la sabiduría y la felicidad no son para mí, que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno. Que yo sea ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, Tu enorme Biblioteca se justifique.

LA BIBLIOTECA DE BABEL, Jorge Luis Borges, 19...

[2]

Afirman los impíos que el disparate es normal en la Biblioteca y que lo razonable (y aun la humilde y pura coherencia) es una casi milagrosa excepción. Hablan (lo sé) de «la Biblioteca febril, cuyos azarosos volúmenes corren el incesante albur de cambiarse en otros y que todo lo afirman, lo niegan y lo confunden como una divinidad que delira». Esas palabras que no sólo denuncian el desorden sino que lo ejemplifican también, notoriamente prueban su gusto pésimo y su desesperada ignorancia. En efecto, la Biblioteca incluye todas las estructuras verbales, todas las variaciones que permiten los veinticinco símbolos ortográficos, pero no un solo disparate absoluto. Inútil observar que el mejor volumen de los muchos hexágonos que administro se titula «Trueno peinado», y otro «El calambre de yeso» y otro «Axaxaxas mlo». Esas proposiciones, a primera vista incoherentes, sin duda son capaces de una justificación criptográfica o alegórica; esa justificación es verbal y, ex hypothesi, ya figura en la Biblioteca. No puedo combinar unos caracteres dhcmrlchtdj que la divina Biblioteca no haya previsto y que en alguna de sus lenguas secretas no encierren un terrible sentido. Nadie puede articular una sílaba que no esté llena de ternuras y de temores; que no sea en alguno de esos lenguajes el nombre poderoso de un dios. Hablar es incurrir en tautologías. Esta epístola inútil y palabrera ya existe en uno de los treinta volúmenes de los cinco anaqueles de uno de los incontables hexágonos, y también su refutación. (Un número n de lenguajes posibles usa el mismo vocabulario; en algunos, el símbolo biblioteca admite la correcta definición ubicuo y perdurable sistema de galerías hexagonales, pero biblioteca es pan o pirámide o cualquier otra cosa, y las siete palabras que la definen tienen otro valor. Tú, que me lees, ¿estás seguro de entender mi lenguaje?).

LA BIBLIOTECA DE BABEL, Jorge Luis Borges, 1949

[3]

Variaciones sobre la escritura. Roland Barthes, Paidós Comunicación 137, 1ª Edición en Argentina, 2003.

[4]

Hoy en día circulan varias definiciones de semiótica que, de hecho, corresponden a otros tantos proyectos, diversos entre sí.

Para Pierre (Collected Papers) semiótica es “la doctrina de la naturaleza esencial de las variedades fundamentales de toda posible semiosis”.

Para De Saussure (Curso), se trata de “una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social” a la que propone que se dé el nombre de “semiología”.

Para Erik Buyssens (La comunicación et l´articulación linguistique), en cambio, se trata del “estudio de los procesos de comunicación, es decir, de los medios utilizados para influir a los otros y reconocidos como tales por aquel a quien se quiere influir”, la llama semiología.

Mientras Ch. Morris (Signos, lenguaje y conducta) define la semiótica como una “doctrina comprehensiva de los signos”.

Para Umberto Eco “es una técina de investigación que explica de manera bastante exacta como funcionan la comunicación y la significación”.

[5]

Variaciones sobre la escritura. Roland Barthes, 1973, Texto para el Istituto Accademico di Roma, destinado a un libro colectivo sobre la comunicación que no se publicó.

En Variaciones sobre la escritura. Paidós Comunicación 137, 1ª Edición en Argentina, 2003.

[6]

POEMA 5

Para que tú me oigas

mis palabras

se adelgazan a veces

como las huellas de las gaviotas en las playas.

Collar, cascabel ebrio

para tus manos suaves como las uvas.

Y las miro lejanas mis palabras.

Más que mías son tuyas.

Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.

Ellas trepan así por las paredes húmedas.

Eres tú la culpable de este juego sangriento.

Ellas están huyendo de mi guarida oscura.

Todo lo llenas tú, todo lo llenas.

Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,

y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.

Ahora quiero que digan lo que quiero decirte

para que tú las oigas como quiero que me oigas.

El viento de la angustia aún las suele arrastrar.

Huracanes de sueños aún a veces las tumban

Escuchas otras voces en mi voz dolorida.

Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.

Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.

Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.

Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.

Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.

Voy haciendo de todas un collar infinito

para tus blancas manos, suaves como las uvas.

VEINTE POEMAS DE AMOR Y UNA CANCION DESESPERADA. Pablo Neruda, 1925

[7]

PARADOXAS. REVISTA VIRTUAL DE POESIA, fundada en 2003 por el autor de este articulo.

[8]

Jorge Macchi: el destino como principal sospechoso. Belén Gache

Ensayo realizado para el Centre Régional d'Art Contemporain, Montbéliard, Francia, 2001. Este ensayo ha recibido el Premio al Ensayo del Año otorgado por la Asociación Argentina de Críticos de Arte en noviembre de 2002

[9]

El jardín de senderos que se bifurcan. Jorge Luis Borges, 1941., y en Ficciones, 1944.

[10]

Sobre los clásicos. OTRAS INQUISICIONES, Jorge Luis Borges, 1960

[11]

LOS CONJURADOS. Jorge Luis Borges, 1985

LA TRAMA

Las migraciones que el historiador, guiado por las azarosas reliquias de la

cerámica y del bronce, trata de fijar en el mapa y que no comprendieron los

pueblos que las ejecutaron.

Las divinidades del alba que no han dejado ni un ídolo ni un símbolo.

El surco del arado de Caín.

El rocío en la hierba del Paraíso.

Los hexagramas que un emperador descubrió en la caparazón de una de las tortugas

sagradas.

Las aguas que no saben que son el Ganges.

El peso de una rosa en Persépolis.

El peso de una rosa en Bengala.

Los rostros que se puso una máscara que guarda una vitrina.

El nombre de la espada de Hengist.

El último sueño de Shakespeare.

La pluma que trazó la curiosa línea: He met the Nightmare and her name he told.

El primer espejo, el primer hexámetro.

Las páginas que leyó un hombre gris y que le revelaron que podía ser don

Quijote.

Un ocaso cuyo rojo perdura en un vaso de Creta.

Los juguetes de un niño que se llamaba Tiberio Graco.

El anillo de oro de Polícrates que el Hado rechazó.

No hay una sola de estas cosas perdidas que no proyecte ahora una larga sombra y

que no determine lo que haces hoy o lo que harás mañana.

[12]

Fuente: Fazzioli, Edoardo: Chinese calligraphy. From Pictogram to Ideogram: The History of 214 Essential Chinese/Japanese Characters, Calligraphy by Rebecca Hon Ko, Abbeville Press, 1987. Imagenes: www.ChinesePaintingsArt.com

[13]

El enigma en el seno mismo del signo.

El afán heurístico ha llevado al ser humano no solamente a leer los signos sino, así mismo, a crearlos. Muchos han remarcado la situación privilegiada que poseen en este sentido los poetas. Entre ellos, Jorge Luis Borges decía que el poeta, al articular inversiones de la organización sígnica, la disociaba del pensar y del saber. Famoso es, en este sentido, su estudio de las Kennigar o "nominaciones enigmáticas" de la poesía islandesa. Hacia el año 100 de nuestra era, los poetas islandeses se ocupaban de inventar nombres como "pez de la batalla" para referirse a la espada o "sangre de los peñascos" para referirse a los ríos. Estos nombres, decía Borges, poseen la capacidad de extrañarnos del mundo. Los procedimientos de los poetas tienen esta virtud: rescatan a los signos de su significación referencial, los desplazan devolviéndoles su poder creativo originario.

Jorge Macchi: el destino como principal sospechoso. Belén Gache, Ensayo realizado para el Centre Régional d'Art Contemporain, Montbéliard, Francia, 2001.

[14]

Funes El Memorioso. Jorge Luis Borges. Artificios, 1944, y en Ficciones, 1944.

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