martes, 21 de junio de 2011

EL ANGEL

Subió en la estación Departamental, delgada, de cabello rubio color miel que le caía liso sobre los hombros, no era muy alta, con un rostro de rasgos suaves y una apariencia que tenía una suavidad y una delicadeza algo especial. Aunque era bonita, no llamo mayormente la atención de los hombres, que a esa hora de la mañana iban ensimismados en el periódico o en la expectativas, buenas o malas, del día.

Vestía un traje azul y llevaba una pequeña mochila como las estudiantes de secundaria, por lo que a primera vista lo parecía. Pero cuando uno se fijaba en los detalles se notaba claramente que no lo era. Me pareció singular esa apariencia engañosa.

Se ubico lejos de donde yo estaba, así que solo la mire un par de veces entre las tres estaciones siguientes. En Franklin ya apenas pude distinguir su pelo entre los otros pasajeros, me pareció mas claro y mas etéreo, incluso creí percibir una cierta luminosidad en su entorno que atribuí al juego caprichoso de las luces fluorescentes del vagón.

Al acercarme a la puerta en la próxima estación, mire hacia ella para observarla por última vez. Ahora que lo pienso no me asombró que ya casi se hubiera desvanecido. Solo quedaba una tenue línea del perfil de su rostro y una sutil fosforescencia donde había estado el cuello de su blusa.

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