miércoles, 9 de junio de 2010

NO VOLVER JAMAS

Creían que yo era surrealista, pero no lo era. Nunca pinté mis sueños. Pinté mi propia realidad. F.K.


Magdalena del Carmen nació a principios de un julio de principios del siglo pasado. Desde su infancia poseyó un profundo sentido de la independencia y la rebeldía contra los hábitos sociales y morales ordinarios, sus motivaciones siempre fueron la pasión y la sensualidad. Pero su vida quedó marcada por el sufrimiento físico que comenzó con la poliomielitis que contrajo a los seis años, y continuó con diversas enfermedades, lesiones, accidentes y operaciones. Esta primera enfermedad le dejó una secuela permanente: la pierna derecha mucho más delgada que la izquierda. A los dieciocho años un accidente de tranvía la dejó con lesiones permanentes debido a que su columna vertebral quedó fracturada y casi rota, así como diversas costillas, cuello y la pelvis, su pie derecho se dislocó quedando machacado, su hombro se descoyuntó y un pasamanos le atravesó el vientre, introduciéndosele por el costado izquierdo. La medicina de su tiempo la torturó con treinta y dos operaciones quirúrgicas a lo largo de toda su vida, corsés de distintos tipos y diversos mecanismos de "estiramiento". Tras una larga recuperación, que le devolvió la capacidad de caminar, una amiga la introdujo en los ambientes sociales donde conoció a su futuro marido. Contrajo matrimonio cuatro años después del accidente, y su relación de pareja consistió en amor, aventuras con otras personas, un fuerte vínculo creativo, y también odio, e incluyo un divorcio a los once años de matrimonio que solamente duró un año. Al matrimonio lo llegaron a llamar la unión entre un elefante y una paloma, pues él era enorme y obeso mientras que ella era pequeña y delgada. Por otra parte; debido a sus lesiones, nunca pudo tener hijos, cosa que tardó muchos años en aceptar. Su esposo tuvo muchas aventuras con otras mujeres, las que llegaron a incluir a la propia hermana de Magdalena del Carmen. A cambio ella, a los treinta años, y ocho de casada, tuvo un romance con un líder revolucionario que vivió exiliado en su casa junto a su mujer. Cuando este fue asesinado por traicionar su propia revolución fue acusada de ser la autora del mismo. Esto la llevó a estar arrestada un tiempo pero finalmente fue dejada en libertad. A los cuarenta y seis años le tuvieron que amputar la pierna por debajo de la rodilla debido a una infección de gangrena. Esto la sumió en una gran depresión que la llevó a intentar el suicidio en un par de ocasiones. Durante ese tiempo, debido a que no podía hacer mucho, escribía poemas en sus diarios, la mayoría relacionados con el dolor y remordimiento. Murió en el mismo lugar donde había nacido y en el mismo mes pero cuarenta y siete años después. No se le realizó autopsia, y su cuerpo fue incinerado. Sus cenizas aun permanecen en la misma casa que la vio nacer. Las últimas palabras que escribió en su diario fueron: "Espero que la marcha sea feliz y espero no volver jamás".

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