El Norte Grande No Altiplanico, Arica no mas al sur de Chañaral, posee las particularidades de un país distinto, es como un archipiélago formado por las ciudades-islas que contiene. Lo define su extraña geografía de vastas y calcinadas pampas, estrechas costas, acantilados formidables e inhóspitas cordilleras. Los paisajes y la cultura de la puna no le pertenecen, no son parte de esta línea de islas rodeadas de desierto y mar, Chañaral, Taltal, Antofagasta, Iquique, Arica, y de las otras que alguna vez fueron, Pisagua, Cobija, Coloso, habrán otras que olvido o desconozco.
Sus habitantes sienten el aislamiento, la intensa soledad del desierto mas seco del planeta, la infinitud del mar con sus roqueríos lunares y las áridas playas. Los hombres mismos que lo habitan son ajenos, recién llegados, hablan otros idiomas o un castellano con acentos diversos, provienen de lugares, países o continentes distintos. La mayoría esta solo de paso, lo saben y lo sienten. Incluso aquellos que sienten sus raíces más profundamente enterradas en estos desiertos nortinos, tienen su origen en algún abuelo que llego, embarcado o enganchado, hace no más de dos o tres generaciones. Descontando los escasos changos nómades que vivían de aguada en aguada, estos lugares hace unos pocos siglos estaba deshabitado.
Su historia es leve, con héroes de paso y batallas ajenas, entre los que venían del norte y los que venían del sur, sus ruinas prehistóricas son conchales de changos que aparecen o desaparecen según el ritmo de los vientos, y entierros de visitantes del altiplano.
La minería y la pesca son las únicas ocupaciones que directa o indirectamente sus habitantes han realizado. Es como si se hubiera colonizado un nuevo planeta, lejano, solitario, con un objetivo único, extraer sus peces y sus minerales para cambiarlos por alimentos que les permitan continuar extrayendo sus minerales y sus peces. Lo queramos o no, es un destino triste y efímero.
Cabe preguntarse entonces si estos hombres no debieron haber generado su propia filosofía, sus propios mitos, su arte y su historia. La nostalgia de los lugares de origen, las duras faenas de sacar riquezas de los cerros y cardúmenes del mar, la cercana historia de guerra y conflictos sociales, la soledad de tener al frente un desierto azul y atrás un desierto ocre, el saberse de paso como en un exilio, a veces dorado pero siempre exilio, deberían llevar inevitablemente a un idioma propio, distintivo, que asuma con orgullo su rareza y su identidad.
Un lenguaje con sus propias significancías, esa pampa no es la pampa de pastizales y ganado, esos ríos no son los ríos caudalosos del sur lluvioso, ese trópico no detenta un ámbito tropical de guacamayos o palmeras. Cada objeto de este paisaje es un objeto nuevo, distinto y único.
Aquí las flores son de papel y el verde de los cerros es cobre, pertenecen a una botánica distinta. Los guajaches, los jotes, las garumas, (el gorrión también viene llegando), algún zorro, los lagartos de la Chimba o los pocos guanacos de Paposo constituyen su zoología general. La entomología se restringe a la polilla y el hormigón. En este mar habitan unicornios. Solo un diccionario propio puede definir las palabras Apir, Oficina o Cachucho.
Falta entonces la descripción ordenada y sistemática de este universo, de esta Nova Terra Mineralica, con su geografía elemental, la imaginería de sus héroes, y su extraña historia natural. La ardua construcción de esta Enciclopedia Necesaria, sabemos, es ya territorio del arte.
Pero estas artes deben evitar el charro colorido de lo folclórico y lo anecdótico, evitar lo que ya escribieron los turistas momentáneos del sur, evitar los lugares comunes de la sociología trágica y recurrente que se heredo del salitre, el típico cuento del pirquen con su venero de oro perdido y la amable postal de los pescadores en el alba.
Sin pena ni miedo, hay que lograr que sus habitantes asuman sus auténticos y dispersos orígenes, sus grandezas y sus limitaciones, para que las futuras generaciones que la habiten, enfrentadas en su hora a su propia gloria o tragedia, reconozcan asombradas los motivos que justifican su presencia y sus mitos.
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