sábado, 28 de agosto de 2010

DE LAS PALABRAS

Polvo serás más polvo enamorado


Porque para castigo* y sombra de las almas que algo dijeron toda palabra prevalecerá como signo o sonido, porque en ellas esta la dicha y el dolor, sus pequeñas felicidades temporales y la infinita miseria de lo que fue su carne, las furias, el miedo, el asombro.

Y es que perduraran por los tiempos como ecos atroces de fantasmas equivocados, repetirán los susurros de ternuras perdidas, o en desdibujadas líneas contendrán todos los sueños, y también, tristemente, la mera equivocación que cerró bruscamente esa puerta.

Y aun en el último Universo, aquel ya vacío e indolente, un mínimo roce, un insignificante estruendo, apenas un zumbido, en fin, un destello imperceptible de sus innumerables partículas girando sin sentido, convocaran en efímeros intervalos esa voz precisa o trazaran con sus frías trayectorias la terrible caligrafía de aquellas palabras.

Rastros serán, vestigios de cenizas desperdigadas, huellas de ya nadas que un día de ellas se dolieron, mas seguirán latiendo para siempre, como castigo y sombra de la mano que escribió o la boca que dijo. Vale.


* Bienaventurados los que no dijeron, porque poseerán no solo el olvido si no también un majestuoso silencio.

ASI TE SÉ

…obstinada, así te sé desde el principio de nuestro tiempo, ¿recuerdas cuando te conocí?, te acuerdas que fuiste tú la que me encontraste en los laberintos plagados de poetas anónimos, de poemitas de tercera, de versitos primorosos, y tú descubriste esa fuerza mas profunda, mas ansiosa, que gravitaba perdida entre paginas y paginas de arena estéril, tú me llamaste entonces e iniciaste esa lenta e incontenible seducción de la letra y después de la palabra, me embrujaste con asombrosas coincidencias, y como si el destino existiera me llevaste de la mano por tus propios senderos, me quitaste la mascara y me despojaste de los hábitos de monje doloroso y me llevaste al prometido infierno a plena lluvia y me dejaste muerto de frío en medio de una calle, y habían luces y reflejos de luces y tumultos y gentes ajenas, y me dejaste esperando en una maravillosa soledad y seguía lloviendo, y entonces volviste por primera vez a mí, y fui dichoso en la medida que te acercabas, de nuevo tu risa y tus manos cerca, y todo esto sucedió aquel cuarto día de cierto agosto de ese año…, ¿recuerdas?, por eso te sé obstinada, hasta ahora, hasta el final de nuestro tiempo...

miércoles, 11 de agosto de 2010

LA SAGA DE LOS CHOLOS DE CORDOVA

El indiferente azar lleva a algunos hombres, marcados por un sino de eternidad, a enredarse con su gloria o su tragedia solo cuando asombrados logran entrever aquel motivo que les retuerce el alma, y por el cual las futuras generaciones, también asombradas, justificaran su mito.

La leyenda quiere que un hombre en una noche de bohemia intrascendente, en una ciudad cercana a la frontera de su patria de nacimiento, prometiera por engaño a una huaicaina triste, cumplirle un sueño.

Aquellos que tuvieron la perra suerte de verlo en aquellos brillantes días del inicio, arengando a los escasos e indiferentes transeúntes en la plaza mayor de la Heroica Ciudad de San Pedro de Tacna, lo recuerdan como un hombre moreno de infaltable sombrero que trataba ingenuamente de darle a su discurso un tono criollo usando el verbo haber donde no era necesario y con la mirada hacia el cielo de un San Martín de Porres.

Esos mismos testigos relatarían después como en menos de dos años y en la misma plaza, la multitud se amanecía para escuchar su arenga matinal, y como ese veintitrés de noviembre, dos años y dieciséis días después de su primer discurso partía hacia el sur seguido de diez mil cholos armados de casi puro coraje al histórico rescate de un pequeño navío, carcomido por la polilla de mar, destartalado por el tiempo, oxidado por décadas de oleaje indiferente, pero glorioso para siempre, el momificado a punta de brocha Monitor Huascar.

Avanzo a fuerza de sorpresa sobre un sur desprevenido, rindió Arica e Iquique, evitó por motivos mas personales que estratégicos la monótona ciudad de Calama, cerco durante sesenta y cinco días el puerto agobiado de Antofagasta, sin poder detener al final la masacre de changos que sus huestes de cholos le infringieron enardecidos por el tedio de la espera. Taltal se rindió sin dar batalla, sintiendo que la ocupación era mas una liberación que una derrota.

El éxito de guerra santa que lo llevo en cientoveintisiete días con sus noches de farra desde la Tacna heroica a un Taltal asombrado lo hizo recapitular, y decidió en mala hora detener el avance para ordenar sus tropas y planificar la estrategia que lo llevaría a la rada de Talcahuano.

Formo un Ministerio de Guerra en campaña, un Grupo de Amigos de Confianza, y un Estado Mayor en alerta permanente. Entre sus seguidores mas fieros y despiadados nombro en una sola tarde tres Generales de Siete Estrellas, cinco Contralmirantes de la Mar Oceana, siete Tenientes Intranquilos y treinta y dos Cocineros de Picantes de Cuye, pero demoró dos semanas y media en el nombramiento que lo iba a llevar al fracaso, Janislaw Dimitrovic Jrewelsky, asumió el cargo de Jefe del Departamento de Informática.

El tal Jrewelsky era el representante de la International Bussines Machine en Curazao, Nova Lima y San Felipe de los Andes, había llegado a Taltal tres días antes de la ocupación para ofrecer al ejercito de recuperación un software que permitía generar un wireframe sin interpretación geológica, basado en la teoría de los fractales. Cordova rechazo el ofrecimiento pero le dijo que esperara por si cambiaba de opinión.

Habiendo finalmente nombrado su alto mando, pudo dejar en otras manos las rutinas de la guerra y dedicarse a lo que era su pasión, y a pesar de su vasta experiencia intento aplicar estadística no parametrica en el consumo del parque, teoría de colas a la hora del rancho y programación lineal en la estrategia que desarrollaba ante los ojos de espanto de sus generales descalzos. La falta de información validada lo llevo a nombrar entre aquellos cholos polvorientos, equipos para tomar, procesar e inventar si es preciso, los datos necesarios.

Mientras tanto, las sucesivas e innecesarias expansiones del Departamento de Informática le fueron desgastando sus menguados recursos. Una maraña burocrática lo envolvió bajo el tutelaje de Jrewelsky, su mano derecha. Sus ordenes eran codificadas, digitadas, erosionadas, desarticuladas y finalmente archivadas, pero ya no se cumplieron. Cuando lo hizo fusilar después de un juicio sumario en que el fue el juez, ya era demasiado tarde.

Aun hoy los niños que visitan las ruinas de su cuartel general se asombran de la cantidad de computadores Hewlett Packard Vectra 486/33VL, y algunos Pentium sin uso arrumbados en los casi infinitos cuartos del Departamento de Informática. No logró encontrar la estrategia que buscó desesperado, se fue diluyendo y enredando en una ilimitada telaraña de simulaciones condicionadas y aproximaciones estocasticas.

Cuando los días comenzaron a hacerse interminables a la espera de decisiones, cuando el pantano de su propia burocracia lo ahogo definitivamente en el lodazal de los días iguales, para matar el tiempo comenzó a evangelizar sus huestes de negros desabridos obligándolos a leer lo que el llamaba el texto capital para comprender la estructura del universo, Teoría de Cónicas Deformadas escrito a fines del siglo XVI por el ornitólogo heresiarca Ben Al Rami.

Algunos historiadores modernos pasando a llevar cuatrocientos años y un continente entero han promovido la falacia de que ambos fueron alguna vez amigos y que habrían discutido ante testigos de crédito (citan a Parmenides y a Safo) en algún tugurio de Alejandría, la tenebrosa cuestión de las Bases de Datos Relacionadas. Cuidadosas dataciones radiometricas llevadas acabo en los últimos años por la Smithsonian Institution han desbaratado esta aparatosa coincidencia.

La rebeldía cultural de los analfabetos pero felices cholos produjo los primeros quiebres y las primeras deserciones en sus tropas, era una estirpe creada para construir canales faraónicos y tumbas incomprensibles, no para el álgebra bizantina ni las insoportables Series de Fourier, su ignorancia histórica y su empecinamiento en convertirlos a la Geometría Analítica llevo finalmente a la sangría continua y terminal de su ejercito. El fin era inevitable.

El azar, esta vez para rescatarlo, lo llevo a un nuevo y también decisivo encuentro, ahora en el peor prostibulo de Taltal, El Gato Negro. Allí, abrumado por el fracaso de la irresponsable cruzada se hundió en los brazos de otra morena de ojos almendrados y caderas de perdición, que el no buscaba pero que siguió buscando desesperado, hasta el mismo día de su partida al exilio de Moquegua, sin ella, sin gloria y con la intima tragedia de volver a ser el mismo de siempre pero ahora para siempre.



Nota del autor.- Esta historia esta basada en las nota hechas al margen en el manuscrito original del Teoría de Cónicas Deformadas fechado en Amsterdam en mil quinientos ochenta y cinco, ambas letras claramente coinciden. El volumen se encuentra en la biblioteca del Institut fur Geologie, Geophysik und Geoinformatik de la Freie Universitat de Berlín.



Nota del editor.- El lector habra notado en el texto algunas paradojas de tiempo y de espacio, la editorial respetando el derecho del autor ha preferido mantener el texto original aunque dichas inconsecuencias lo hagan perder verosimilitud. No obstante, dada su tracendencia historica se encargo a los malogrados investigadores, Ludwig van Moltzke Profesor de Estado en Analisis Numerico de la Universidad de La Sorbone y al especialista en Historia Andina Contemporanea Arthur Alexander Quispe Mamani la revision exautiva de todas las fuentes historicas relacionadas. Si bien el brutal asesinato de ambos eruditos en la sierra de Chiclayo impidio la completacion de su informe, sus apuntes personales seran publicados proximamente bajo el titulo de Comentarios a la Guerra de los Cholos.

lunes, 9 de agosto de 2010

SOBRE UNA BORGEANA APROXIMACION A BORGES

Mi primera lectura de Borges fue en 1976, iba a hacer un pequeño trabajo geológico en una también pequeña mina de carbón cerca de Lautaro en Temuco. El dueño de aquella mina, un condiscípulo en la escuela de Geología, Raúl Jara, me llevo esa tarde el pasaje para el tren nocturno a Temuco, andaba trayendo un pequeño libro en sus manos, cuando me pasó el boleto y mientras me daba las últimas instrucciones miro el librito y me lo paso diciendo

-Toma, ya lo leí, llévalo para el viaje.

Ese es el viaje que acabo de terminar. El libro era "Historia Universal de la Infamia" de un tal Jorge Luis Borges, mi primer libro de Borges. Coincidentalmente también el primer libro de cuentos que escribió, en 1935.

Reconozco no sin cierta vergüenza que lo leí, seguramente en el viaje, y no me llamo mayormente la atención. No conocía al autor. Aunque ahora que lo pienso, creo que alguna vez había escuchado de él a Luis Enrique Borda, amigo de adolescencia y vecino del barrio de La Cisterna.

El texto quedo guardado entre mis otros libros de mi incipiente biblioteca. Cuando me fui a Antofagasta se fue conmigo en alguna de las dos cajas de libros que lleve a ese desierto. Se que en 1980 se salvo de una inundación casera en la que perdí varios libros arruinados por el agua de una llave abierta.

Se también que por ese mismo año lo preste a un compadre, Manuel Duran. Este hecho muestra que hasta ese día no era para mí un libro importante. Soy, como mi padre, un bibliómano, y no presto mis libros porque existe siempre el riesgo de perderlos. Si presté ese Borges fue porque no me importaba perderlo. Aun conservo el ejemplar con su tapa horriblemente ajada.

Por el verano del año 1981 otro amigo, Hernán Correa, cuando se fue de vacaciones al sur me encargo el cuidado de su casa. Yo debía ir en las tardes a dar una vuelta y prender las luces un rato. Poseía una extensa biblioteca, y me autorizo para sacar cualquier libro que me interesara. Revisando los volúmenes encontré "Obra Poética (1924 -1964)" de Jorge Luis Borges, no recuerdo que lo haya asociado con el ejemplar de "Historia Universal de la Infamia". Debió interesarme porque por ese tiempo yo escribía mucha poesía. Era una edición barata, con las hojas de los cuadernillos aun sin cortar, me estaba esperando. Lo llevé para mi casa donde aun permanece, esto indica que en realidad lo robé. Al leer sus poemas llenos de nostalgias, atardeceres, arrabales y aljibes me vino a la memoria un cuento corto, Reencuentro, que me había impresionado cuando lo leí a mediados de los sesenta. Recordé que estaba firmado por unas iniciales, al igual que el prologo del libro de poesías. Con la obsesión por reencontrar ese cuento en su extensa obra, comencé a leer Borges.

Leí ese cuento en una revista femenina a mediados de los sesenta. Eran los largos veranos de mi adolescencia, llenos de tedio. A la sombra del parrón leía los libros de mi padre, novelas policiales, biografías, historia contemporánea. En un cuarto en el patio se arrumbaban las revistas antiguas, Rosita, Eva, las Selecciones de Reader's Digest, de vez en cuando, para distraerme, sacaba alguna al azar y la hojeaba, leyendo algún articulo que me llamara la atención.

El cuento era sencillo, alguien llega después de muchos años, de vuelta a la casa de la infancia, la va recorriendo y al hacerlo va recordando aquellos detalles que la memoria guarda incluso sin nuestro consentimiento; el tacto del pomo de la puerta de entrada, el ruido de los oxidados goznes, el crujido de aquel peldaño, el inconfundible perfume del dormitorio de la madre, etc., recorre el patio, la añosa arboleda, el estanque, ahora seco, ve como la hierba ha ido cubriendo los intersticios entre las baldosas. Finalmente llega al fondo del gran patio y allí se detiene frente al túmulo de una tumba, la suya, donde penetra para descansar del largo viaje.

Recuerdo que recorté la cinco o seis hojas del cuento, era una revista Eva, de impresión café, el cuento venia acompañado con varias fotografías, también en tono café, que representaban imágenes del texto, el estanque, una arboleda, un dormitorio antiguo y así varias otras.

Cuando leí los poemas de Borges reconocí el mismo lenguaje, el tono intimo y nostálgico de la prosa bien elaborada, los detalles precisos, era el mismo autor. Inicié de inmediato la búsqueda de aquellas hojas, busque en vano entre mis archivos de poemas y papeles, entre las hojas de los libros, en las cajas con recuerdos u objetos antiguos. Fue en vano, no aparecieron. Vino entonces la obsesión, mi memoria guardaba detalles, los que fui escribiendo, pedí a mis hermanas que buscaran en las cajas de poemas que les había dejado a cada una cuando me casé, no estaban, que buscaran en los cajones de la casa por si habían algunos papeles míos traspapelados, nada. Recordé haberle llevado las hojas a una persona amiga para que leyera el cuento, pero estaba seguro de haberlas llevado de vuelta a mi casa, la contacté después de engorrosas averiguaciones, lo recordaba pero no las tenia, también me aseguró que yo las había llevado de vuelta. Pensé en ir a la Biblioteca Nacional, pero aunque estaba muy seguro del nombre de la revista no podía precisar su fecha, así la búsqueda seria una odisea casi imposible. Pensé en poner un aviso en un diario para comprar las revistas y si el azar me ayudaba… desistí de esta opción en algún momento de racionalidad… La obsesión me llevo a reescribir el cuento, busque en la memoria los mas mínimos detalles, ciertas frases o imágenes, el tono nostálgico, hice el esfuerzo máximo de recordar lo leído hacia veinte años. Lo titulé REENCUENTRO.

Con el tiempo la obsesión se diluyó, acepté dura la realidad de que no lo volvería a leer. Pasaron unos cuatro o cinco años. Yo solía ir a las ferias de las pulgas que se instalaban los domingos en Antofagasta. Iba a comprar monedas antiguas o extranjeras, a veces libros usados. Por el año 1985 o 1986, fui con mi hijo a una de ellas, quedaba lejos y no era habitual que la visitara. Después de recorrer el sector principal, donde compre algunas monedas chilenas antiguas, volvíamos al automóvil cruzando en diagonal una extensión de terreno seco y desierto, posiblemente un abortado proyecto de plaza, en ese lugar se instalaban algunos puestos clandestinos para vender baratijas demasiado usadas, los vendedores que allí estaban eran muy pobres, no podían pagar un puesto en el interior de la feria principal, y en cajones viejos o simplemente en una raída toalla exhibían sus trastos casi destrozados e inútiles para la venta. Yo ni siquiera miraba esas tristes mercaderías, zapatos usados, ropa de tercer o cuarto uso, fragmentos de juguetes, revistas y libros sin interés, etc.

Cuando estábamos en el medio del lugar vi una persona sentada al lado de una mesita en la que tenia dos o tres montones de unas veinte a veinticinco revistas usadas. Por inercia mas que esperanza me acerqué a mirarlas, eran revistas Eva antiguas…maquinalmente, pero repito, sin ninguna esperanza, acerqué mi mano al primer montón y hojee al azar, calculo que debo haber abierto la cuarta o quinta revista, y ahí estaban las imágenes en sepia del cuento que me había desesperado por todos esos años.

Creo que me temblaba la voz cuando haciéndome el indiferente pregunté el precio, la persona que hasta ese momento no me había mirado, levanto la vista y dijo una cifra irrisoria, hubiera pagado cien veces ese valor. Pensé en darle un poco mas, pero me atemorizó el que se diera cuenta de mi interés y que subiera el precio mas allá de la lógica. Compre varias revistas para diluir la importancia de la que me interesaba.

Mientras volvíamos a casa, iba pensando en la asombrosa coincidencia. Iba rara vez a esa feria, nunca compraba en ese sector paupérrimo, no sé porque me acerqué a esa mesa, sabia que siempre eran revistas sin interés, ni siquiera muy antiguas, y abrir la revista precisa y en la pagina exacta… porque estoy seguro que no hubiera insistido en buscar el cuento en todas esas revistas. De hecho, en otras ocasiones, y en otros lugares, había hojeado revistas Eva antiguas, pero sin tener referencias de fecha era imposible buscar. Por cierto, el cuento que me llevó a los laberintos borgeanos estaba firmado por las iniciales J.L.T., se titulaba RETORNO y hasta donde sé no era de Borges.

Decía que acabo de terminar aquel viaje, porque mi cuñado a través de sus contactos en Argentina me ha regalado el último libro de Borges que faltaba para completar la colección completa de sus obras, se trata de El Idioma de los Argentinos.

domingo, 8 de agosto de 2010

DEL NUMERO PERDIDO

Existe un número entre el tres y el cuatro. Millones, dirá el avezado lector pensando en los inconcebibles irracionales o en los ya casi cotidianos reales. La novedad, la asombrosa novedad es que este número es un entero. Un puro y simple entero, uno de esos dígitos de nuestra infancia, aprendidos en salas de clases con olor a lápices nuevos, esos números inefables que nos dieron el acceso a la armonía del universo, aquellos con los que solíamos contar.

La primera noticia sobre este número proviene de un matemático árabe del siglo XII, su nombre lo diluyeron los siglos o el oprobio, lo habría encontrado por error al efectuar un simple cálculo de la raíz cuadrada del 617, le quedo como la exacta cifra residual.

Estaba en el oasis de Getnarem, formaba parte de una caravana de científicos árabes que iba camino a Córdoba para mostrar a los hermanos expatriados los avances en las ciencias obtenidos en las aulas mas sagradas del reino. Se habían detenido a descansar del ardor desesperante del sol del Sájara y quiso mostrar a sus colegas, a la sombra siempre grata de los datileros, su último descubrimiento sobre las raíces cuadradas de los números primos. Trazaba en la fina arena con su alfanje de plata cristalizada los símbolos centenarios de sus números, aquellos que toda civilización debe a su raza. Eligió el 617 por que era un primo que contenía dos veces el siete, número que en la numerología de su aldea en Jartum representaba al Profeta.

Cuando la filosa punta terminó de dibujar el trazo cruzado del símbolo desconocido, de sus doctos colegas surgió un murmullo de asombro, azorado lanzo una exclamación de desagrado y sin pensar arrastro bruscamente la hoja bruñida sobre la milenaria arena borrando la operación equivocada. Molesto rehizo con lentitud y seguridad el cálculo y esta vez logro demostrar limpiamente su tesis. El número asombroso se había perdido.

Halim Al Serif que relata el suceso en su Armonía de la Tolerancia y Humildad de las Cifras Cuadráticas cuenta con sutileza árabe que ese matemático anónimo paso el resto de su vida rehaciendo su cálculo errado, buscando entre ahora pensados errores el grafo recóndito que un impensado error le había mostrado. La locura dice Halim fue el castigo de Ala para su desaforada proeza, tocar el arcano secreto de los números escondidos. Sabido es, nos recuerda, que dichos números solo son visibles a los ángeles y a los profetas.

Georg Kantor algo supo de esto, Louis Du Barelles cree que eso explica su aplicación desproporcionada en la definición de los enteros positivos, si el lector revisa esa tediosa definición encontrará mas limitaciones que lo usual para definir un simple conjunto que apenas sirve para contar porotos.

De los diez dígitos arábigos, cinco son hechos de sensuales curvas, tres hechos de agresivas rectas y ángulos, y solo dos construidos de curvas y rectas. La simetría del universo quiere que estos últimos sean especulares. Me pregunto que forma tendrá el numero perdido, solo sabemos que es plano, trazable con un alfanje en la arena.

Tal vez la geometría de la luz de las estrellas, esa curva mínima que hace su luz al cruzar la cercanía gravitatoria del sol sea explicable de forma mas humana por este numero extraviado, quizás ese numero sea las veces exactas en que el diámetro cabe en su propia circunferencia, habrá un planeta invisible para los no creyentes, entre la Tierra y Marte, y un objeto cabalístico entre el Triángulo, figura emblemática de la geometría euclidiana y el Tetragrámaton, el nombre oculto del dios hebreo, existirá un polígono inimaginable en el cual la suma de sus lados será mayor que tres pero menor que cuatro. Las posibilidades como se ve son infinitas, irán desde conjeturas practicas, de primera aproximación nos faltaría un dedo, hasta trágicas realidades de desmesuradas consecuencias, al dar el diezmo estaremos inocentemente ganando el infierno ya que, sin saber como, le estaremos robando a YAVE una parte. Tristemente los constructores de puentes, los apáticos contadores, tal vez algunos matemáticos, habrán derrochado sus mejores años en la falacia de un universo decimal e inexistente. Sus arduas noches habrán sido en vano, perdidas para siempre estarán las mujeres que despreciaron por el juego evanescente de un álgebra engañosa.

Oj Ala, el Misericordioso, se apiade de los hombres y no conozcamos nunca este dígito inverosímil, porque si es su voluntad darnos acceso al misterio, contar porotos ya no será tan simple.